En la reproducción de las ballenas, la hembra pare una sola cría tras
un periodo de gestación que varía entre nueve y dieciséis meses, según
la especie. Normalmente, tiene una cría cada tres años. Las crías se
llaman ballenatos y pesan alrededor de 2 toneladas al nacer y miden
sobre cuatro o cinco metros. Los ballenatos nacen con la capacidad de
nadar.
Los ballenatos crecen muy rápido, cerca de 3 centímetros al día durante
los primeros dos meses de vida. Una de las principales razones de este
rápido crecimiento es que la leche de ballena es muy nutritiva, con un
alto porcentaje de grasa. Pasan entre siete y doce meses tomando leche
de su madre y, a diferencia de los seres humanos, este amamantamiento
no es inconsciente.
Durante estos primeros meses las crías acompañan a sus padres en los
movimientos migratorios. Y están protegidos no sólo por sus padres,
sino por todo el grupo. El contacto físico es una constante en el
comportamiento de una ballena y su cría. Las ballenas alcanzan la
madurez sexual entre los seis y trece años de edad. Debido a factores
ajenos, como la caza y casi extinción de esta especie, la edad de la
madurez sexual se ha adelantado ya que las ballenas jóvenes tienen un
crecimiento más rápido al tener que sustituir a sus progenitores. La
edad que puede alcanzar una ballena depende de sus condiciones físicas,
de la especie y de factores externos como las acciones del ser humano.
Las hembras entran en celo varias veces durante el año.
El apareamiento puede darse en cualquier estación del año, aunque la
más habitual suele ser la de verano. Las ballenas no tienen sentido del
olfato, por lo que el macho no puede oler a la hembra cuando está en
celo y es ella la que se lo hace saber al macho.
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